LEONARD COHEN, 9 de noviembre de 2017
Un año ya desde que nos dejó. Me acompañó desde mi adolescencia pese a que me decían que era triste y deprimente. Era como si cantara para mi. Me relajaba y me hablaba como el padre que quisiera tener. Esa voz profunda y pausada me mecía y me llenaba de paz. Sus canciones eran sencillas musicalmente pero creaban una atmósfera de compañerismo llena de verdades y de humanidad. Todavía tengo y disfruto sus casettes.
Tuve la inmensa fortuna de verle en directo en Castrelos,
Vigo, en agosto del 2009. Fue un concierto memorable donde se ganó hasta a un tipo que estaba sentado delante de mi y que no hacía más que protestarle a su mujer mientras revolvía y devoraba una bolsa de “doritos”, pero al final, entusiamado y de pie, pedía otra y otra tras un concierto de tres horas. Las “Perseidas” caían sobre el escenario mientras Cohen desgranaba su magnífico repertorio en una noche cálida, mágica y al aire libre.
No tenía entradas ni sitio pero la zona VIP estaba casi desierta y le sugerí al de seguridad que nos dejase ocupar algún asiento para que no se viese tan desangelada ante las cámaras y aceptó. Fue todo un privilegio estar a treinta metros del escenario con un sonido perfecto y unos músicos sensacionales.
De vuelta para Coruña, conduciendo por la autopista, todavía paladeando el mejor concierto de mi vida, empezé a tararear una melodía inspirada por la experiencia que había vivido y a la que puse letra paseando por la playa del Orzán. Está incluída en mi sexto trabajo discográfico, “Revelaciones”, y se llama “Sombras y luces”. Con ella rindo mi humilde homenaje a un “MAESTRO” de la canción de autor que siempre sentiré a mi lado.
Gracias por tanto, Leonard.
Leonard Cohen – Suzanne (Audio)