Una calle con tanta vida, reducida a calle de paso. Recuerdo el bullicio de los bares, como El Bar Ferrocarril donde probé mi primera Coca-Cola a finales de los 50 en una degustación gratuíta. Después vinieron los de Pepsi a otro bar, y Fanta…y Mirinda… Incluso podías repetir. Un chollo. Mi primer café con leche de máquina, también en El Ferrocarril, mi primer televisor en El Santiagués (Cita con la muerte, con Patrick McGoohan) o mi primer partido en El Bar Estación (Benfica-Barça en la Copa de Europa en el 61).
Todos, desde el Bar Ferrocarril, el Fonsagrada, el Castaño, el Santiagués al Bar Estación, daban comida y fonda, por lo que paraban muchos camioneros y viajantes que aparcaban enfrente para después salir para Madrid de madrugada. Nosotros jugábamos a “quedas” subiendo y bajando de las cajas vacías de los Pegaso Comet y Leyland. Y mientras, en los bares, siempre echando la partida, de tute o dominó, policías, taxistas, un tal Temprano…
También estaban la Peluquería Abelaira, donde Pepe ya cortaba a navaja, y encima la Peluquería Chon, la madre de Juan Carlos y Humberto, que tocaban la guitarra y se hicieron policías nacionales, y una hermana guapa cuyo nombre no recuerdo. La Ferretería El Martillo nos surtía de pilas y bombillas para las linternas o puntas para la caseta del Moro, el perro de nuestra calle, un palleiro negro que conocían hasta los conductores de los troles y le decían:
_ ¡Venga, Moro, apura! Porque de mayor andaba lento cuando cruzaba.
Las motocarros, la academia Lespar, la imprenta Moret, el Garage Central, la caseta del consumeiro, los futbolines de Nito, en Caballeros y enfrente, la confitería La Marquesita, la estación con árboles para trepar y hacer columpios o comer moras blancas, jugar al ché, la bujaina, las bolas o las chapas, los tiratacos, tirachinas, etc, y por supuesto al fútbol, racacá, a bebela, azorríscatela, huevo pico o araña en nuestra querida Estación del Norte y por extensión La Granja y el Cine Monelos.
Y tantos matrimonios jóvenes con hijos de la misma edad como compañeros de juegos: Sansón, Litos, Paisano, Quique el del 7º, Quique el del 4º, Lidia, Javier, Lupe, Lolo, Toñín, Paris, La Chata, Maruxa, Mari Carmen, Quique el lechero, Miguel, Chicho, Secho, Chano, Cabanas, Manolito, Miguel Angel, Coté, Totó, Nano… Un ejército.
En fin, no hace falta que me tiréis de la lengua, como véis. En la foto todo eso no sale. Amigos, juegos, aventuras, valores, música y amor, me conformaron como soy ahora y me inspiran para escribir y componer. Me beneficié de estudiar en Maristas, en pleno centro, y jugar en una calle de las afueras rodeada de leiras, bichos y descampados. Dos mundos, dos referencias que me hicieron del derecho y del revés y me inspiraron mis primeras canciones, algo así como un diario musicado. Así que soy un privilegiado y agradecido ser humano.
Elvis Presley – Good Luck Charm (Audio)