Irene
I
Cuando desaparecen las distancias
y ya no hay nada entre tú y yo que nos separe,
todas las palabras que no dices,
todas las que callas,
las oigo yo dentro de mí,
como si fuesen mías,
como si fuese yo el que las pensase,
por eso hablamos sin hablar
y con mirarnos a los ojos basta,
y es entonces, en ese preciso instante,
en el que hasta la misma Tierra parece dejar de girar
y el Universo entero detenerse con ella,
en el que solo quedamos nosotros,
respirando el mismo aire quieto, inmóvil,
y nuestros labios, intrépidos, se buscan
se besan, se comen, se muerden,
durante la eternidad que suponen esos breves
pero interminables segundos…
II
Te amare una y mil veces,
y en todas ellas habré dejado antes mi corazón sangrante
sobre la mesilla de noche,
para que latido a latido nos mate,
mientras nuestros cuerpos se mezclan
y nuestras almas se rompen en cien mil pedazos,
– después recogerlos no será fácil –
tendrás que sucumbir a los mas oscuros deseos,
encerrar en una jaula la risa,
tirar las llaves al lago
y comer de las uvas de la ira y la rabia,
retorcida en jirones de pasión y violencia,
de gritos, gemidos, silencio, espasmos,
de semen, aire, curvas, carne,
y como un loco, muerto del hambre,
te comeré mordisco a mordisco
hasta dejarte solo los huesos
y apenas unos pocos recuerdos borrosos,
los que fuimos dejando olvidados
por cada rincon de nosotros
tras cada encuentro,
en cada mirada,
en cada sonrisa,
en cada caricia
y en cada beso,
resonando silenciosos contra el vacio..
Si, siempre. No, nunca.
Si, siempre. No, nunca.
Si, poeta, porsupuesto. No actor, titiritero.
Si, si, poesia. No esperpento.
Si, por amor al arte. No por el dinero.
Si al sexo, a las drogas, y al rock´n´roll.
No al cariño, ni a los besos, ni a los versos,
ni al sonido de las olas al romper al salir el Sol.
Si para un cubata, para dos, o doscientos.
No para una barra, ni para el gas,
solo pa´drogarme un poco mas y desaparecer.
Si a perder el sentido cada noche.
No a encontrarselo a todo esto cada dia,
y si al hacerlo rompes a lliorar,
por favor, solo y en silencio.
Y si no puedes mas, que ni si quiera tu, frente al espejo,
puedas verlo.
No al debil, no al enfermo, no al pobre.
Si al rico, si al dinero, si a la urbe.
No al pueblo, ni a la tierra, ni a todo lo que huye.
¿Cuanto? 400. Encantado.
¿el paro? a los 67. Ya veremos.
Si a las manis. No al incendio.
Si en las calles. No por dentro.
Si en silencio. No en las calles.
La procesion va por dentro….
Si, claro, por supuesto. No nunca, desde luego.