Poesía en estado puro.
En la playa de Ris
A mi amigo Paris Joel, frente su mar, pero tan lejos
El mar turquesa. Me viene tu recuerdo
como una espuma blanca. ¿Qué palabra
nos salva del olvido? Ahora, lejanos,
tus ojos. La boca que buscaba
la boca y esa risa de sal y nubes blancas.
Déjame que te hable de estas noches,
del terrible y hermoso rumor de la marea,
de esa voz que me llega desde el borde
de este mar donde la vida comenzaba.
Aquí estamos los dos, como los sueños
tan frágiles y suaves, como besos calientes.
Aunque tú estés tan lejos,
igual que un horizonte sin caminos.
Estás viva. Te siento en este cielo
sin estrellas ni norte. Muy lejana
la luz de un barco. Irá tal vez a tierras
sin nombres y sin dueños. Bebe ahora
el vino de mis labios. Y descansa
de todos tus fracasos. La belleza
es recordarte entonces como eras,
ese cuerpo de hierba cuando llueve.
Nunca, nunca los cuerpos recuperan
la pasión de los años, cuando el mundo
era tu vientre, el universo
tu pecho y en tus brazos
vivían las historias y los amores fieros.
Ahora te convoco, en este mar de olvido,
para qué donde estés, perdida niña mía,
sientas mi corazón latiendo como entonces,
cuando mi cuerpo moría entre tu carne
y sientas el deseo de abrazarme mientras
otro cuerpo te ame como te amé yo entonces.
Gracias por compartirlo París Joel.
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