sábado, 30 de noviembre de 2013
Fiel a la pauta que sigo, paso a transcribir los micros que mis alumnas han escrito en esta última clase. Me está fascinando la velocidad a la que han entendido todo el proceso creativo del microrrelato y lo bien que lo están haciendo, máxime cuando llegaron sin saber qué era un microrrelato. Aprenden muy rápido y de forma eficiente.
La verdad es que da gusto con gente así de maja y creativa.
En la primera práctica había que escribir un microrrelato de tema libre y un máximo de 50 palabras. Se tenía que buscar reflejar una o más características del micro, preferentemente la brevedad. Esto fue el resultado:
– Toñita (“Un encuentro”):
” – ¿Qué haces para estar tan bien? ¿Acaso es por estar tanto en la Iglesia?
– Cuando tengo problemas, hablo con Dios.
– ¿Me darás el número de teléfono y la hora para comunicarme?”.
– Ángeles (“El mar”): “Cada día que contemplo el mar, veo que nunca es igual. Así es la vida”.
– Willy (“Vacaciones”): “El Universo se ha apagado y surge el caos mientras un despistado satélite prepara sus maletas”.
– Emma (“Sueños”): “Corría tanto, tanto detrás de mi sombra que no conseguía cogerla. Sudorosa desperté. ¡Oh, alegría!, era la luna que entraba en mi alcoba”.
– Marta (“Agua”): “Estaba tumbado en la playa. Un cangrejo pasó a su vera, ignorándolo. Con un rayo y una ola, desapareció”.
– Balbina (“El pescador”): “Te ibas con tu caña de pescar. ¡Cuántos desvelos! Y nosotros esperándote llorando por tu ausencia. Venías tarde, con tu alegría.
– Ya estoy aquí. ¿Tienes la cena para mi o no?”.
Luego vino la segunda práctica. En este caso ya se fueron animando el resto de las alumnas, perdiendo un poco el miedo y la vergüenza. Era necesario escribir el microtexto más corto posible que comenzase con la frase “Cierro la ventana y…”
– Marta: “Cierro la ventana y te veo. Por lo bajo te susurro “Carpe Diem”. Dulces sueños, corazón”.
– Toñita: “Cierro la ventana y me quedo aliviada, sin miedo”.
– Emma: “Cierro la ventana y del golpe que da me traslada al más allá”.
– Ángeles: “Cierro la ventana y siento la soledad, pero estoy con mi pensamiento”.
– Willy: “Cierro la ventana y me acerco. En su lecho de muerte, un puerro enfadado exclama <<Que Dios te perdone>>”.
– Balbina: “Cierro la ventana y me voy a ver las estrellas, el mar, la luna y algo más para marcharme para siempre jamás. Adiós, amor”.
– María: “Cierro la ventana y no respiro, algo me falta. ¿Será seguridad?”.
– Yolanda: “Cierro la ventana y me ahogo en mis miedos. Al amanecer la abriré y volveré a ser libre”.
– Manuela: “Cierro la ventana y contemplo a través del cristal. Se me ilumina la cara. Abro de nuevo y disfruto”.
En ambos casos se les dieron 15 minutos para escribir los textos, lo que me parece muy poco tiempo para generar una idea y darle forma. Por ese motivo, de verdad, ¡muy bien a todos!
Foto portada cortesía de http://www.barriodocastrillon.es
Centro Cívico del Castrillón, clase final
Pues hemos terminado la última clase del CC del Castrillón. ¿Qué decir? Ha sido una experiencia preciosa volver a descubrir alumnos de lo más entusiastas y con rápida capacidad de aprendizaje. Un lujo, sin duda.
Como viene siendo tradición en estos talleres, os adjunto los microrrelatos que han escrito en las diversas prácticas. Es importante tener en cuenta que siempre les dejo muy poco tiempo, unos diez o quince minutos para elaborarlos, lo que me parece una proeza para alguien que está aprendiendo.
Veamos qué han hecho…
1ª práctica: 500 caracteres (no cuentan los espacios), temática de terror y debe llevar título.
– Toñita (“Un caballo y su amo”): “Un caballo bueno se hizo malo ya que nunca había recibido ninguna palabra cariñosa. Odiaba a su dueño. No le aceptaba ni la comida y llegó a no dejarlo salir de la cuadra”.
– Marta (“Vencer”): “Noche cerrada, sonido muerto, una rata camina por el cementerio. Observa una tumba, sale un hombre. Se marcha. Ataca a un hombre y devora sus sueños. Pide clemencia y susurra <<Vine, vi y vencí>>”.
– Balbina (“Casa de terror”): “En una casa de campo decían que era de terror, de ratas, monstruos. Daba mucho miedo pasar por allí… Nadie se atrevía a acercarse. Ellos, ¡quedaron solos, muertos! <<Se vende>>. Nadie la compró”.
– María (“Miedo”): “Pasillos oscuros, escaleras que rugen. Es todo tan siniestro. Un pensamiento… deseo que sea un sueño. ¿O no?”.
– Manuela (“Guerra”): “Llegó sin avisar. Nadie la esperaba. Cuerpos inertes. Ceniza en las manos”.
– Willy (“Viaje sin retorno”): “Solía pasar los veranos en casa de los abuelos. Pero esa tarde de Junio, al llegar, un silencio sepulcral invadía la casa. No hay rastro, todo en orden. En el jardín, una carta lacrada. Al abrirla, una frase: <<No te preocupes. Estamos de viaje con el tío Alfredo (continuará…)>>. Pasaron tres semanas y en una pequeña ciudad tres cuerpos aparecieron al borde de una cuneta. A su lado, una postal con la frase: <<Nos fuimos en viaje de ida. Ya no hay vuelta>>”.
– Ángeles (“La cueva”): ” Paseando por un bosque sombrío descubrí una cueva oscura. Me interné en ella para ver lo que allí había. Se oían pasos y sonidos extraños que me estremecían. No sabía de dónde salían. Mi curiosidad me decía: <<Sigue>>. Me invadió un miedo. Intenté salir pero una sombra extraña me lo impidió. Yo le dije, asustada, <<Déjame salir>> y ella me dijo <<No, te quedas>>, y sentí gran angustia”.
– Jacobo Feijóo (yo) (“La clase”): “Miraban sus folios, tragando saliva. El sudor frío perlaba sus sienes. Los alumnos del taller de microrrelatos tenían quince minutos para escribir su texto. El miedo real comenzó cuando vieron al profesor preparando el suyo propio”.
En la segunda práctica teníamos 200 caracteres para contar una historia sobre el mundo de fantasmas y toda la fantasía que lo rodea. Además, debía comenzar con la frase “No creo en fantasmas pero me dan miedo…”
– Jacobo Feijóo (yo) (“Glotón”): “No creo en fantasmas, pero me dan miedo. Al levantarme de noche para ir al baño, descubrí a uno vaciándome la nevera. Al menos sé que yo no soy el culpable de mi propio sobrepeso”.
– Toñita: “No creo en fantasmas pero me dan miedo. Y es que el ser humano a veces siente miedo a algo tan insignificante como un fantasma”.
– Marta (“Ven por mi”): “No creo en fantasmas pero me dan miedo. Están por todas partes. Yo no los veo. Asustan a los críos con travesuras pero son quienes a la noche nos arropan. No creo en ellos. Venid por mi. Si existís”.
– Ángeles (“Sueño”): “No creo en fantasmas pero me dan miedo. Cuando sueño, en un pasillo dos sombras a cada extremo de él me miran. Quiero salir. No me deja. Despierto asustada”.
– Manuela: “No creo en fantasmas pero me dan miedo. (Entré en la cocina. Se tomaron mi café. ¿Quién?)
– María (“Fantasma”): “No creo en fantasmas, pero me dan miedo. Ego. Arrogancia. Prepotencia. Palabras y gestos. Todo lo engloba. Dime, ¿por qué es así?”.
– Balbina: “No creo en fantasmas, pero me dan miedo. La oscuridad de la noche sin luna ni estrellas. Se me acerca un hombre. Me coge. Me arrastra. Me quiere llevar para no sé dónde. Vienen en busca de mi y me salvan. Los gritos se oían por todas partes. Se marchó despavorido”.
– Willy: “No creo en fantasmas, pero me dan miedo. Temblores, escalofríos y sudores. Extrañamente solo me ocurre por las mañanas. Estoy a tratamiento sicológico. El especialista dice que es estrés. Es que trabajo en un parque de atracciones a media jornada”.
¿Qué puedo decir? Agradecer una vez más el entusiasmo recibido por parte de los alumnos y su innegable valor, pues con ellos aprendo todos los días algo nuevo.
¡Gracias por vuestro interés!
Publicado por Jacobo Feijóo en 16:59