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21.10.2016

En los departamentos de Grande Anse y Sur, los más afectados por el huracán Matthew, muchas comunidades siguen aislados del resto del país.

Nuestras clínicas móviles que han llegado a las zonas de Haití más afectadas por el huracán Matthew han atendido a numerosas personas con lesiones y heridas que, más dos semanas después del paso del huracán Matthew, seguían abiertas y presentaban gastritis, diarrea einfecciones urinarias.

Los equipos también han visto pacientes con fracturas y enfermedades relacionadas con las consecuencias del paso del huracán. En concreto, hemos realizado 1.614 consultas médicasen las regiones de Nippes, Grande Anse y Sur.

“Hemos asistido a pacientes que necesitaban atención médica desde hacía dos semanas. El miércoles tratamos a 58, pero ha habido días en los que hemos atendido hasta 90 personas en sola media jornada. Nuestra prioridad es el tratamiento de las heridas abiertas, las fracturas y las urgencias pediátricas”, afirma nuestra doctora en el terreno Danielle Perriault.

Alimentos, agua y refugio son las necesidades más urgentes en estas localidades aisladas. Muchos puntos de acceso al agua, tales como depósitos, fuentes o pozos han resultado dañados o completamente destruidos. “En el pueblo había una fuente de agua pero la tormenta la destrozó. Todavía permanece cubierta de ramas, rocas y metal. Hay otra fuente más lejos pero los árboles bloquean el camino. Resulta difícil encontrar agua potable”, explica Liselle, vecina del pueblo de Lopineau.

 

La prioridad, el agua potable

Contar con agua potable resulta esencial para evitar enfermedades como el cólera y la diarrea e infecciones gastrointestinales. Por ello, nos estamos está centrando en el suministro de agua potable a las comunidades a través de la instalación de depósitos de agua, la distribución de pastillas de cloro y de agua potable y la reparación y limpieza de las fuentes de agua. Con este objetivo, ha desplazado a 10 especialistas en agua y saneamiento y ha distribuido más de medio millón de pastillas de cloro en el departamento Sur. También han instalado 10 depósitos de agua que contienen 15.000 litros de agua potable.

Muchas habitantes de estas zonas han comenzado a reconstruir viviendas improvisadas, pero la escasa calidad del material disponible se traduce en que estos refugios no suponen protección alguna contra las lluvias torrenciales.

Según las autoridades nacionales, 175.000 personas han sido desplazadas, hay más de dos millones de damnificados y 1,4 millones de habitantes necesitan ayuda. Las cifras oficiales sitúan la cifra de fallecidos en 546, pero es muy probable que el número real sea superior. Las instalaciones sanitarias, con escasos recursos materiales y humanos antes del paso del huracán, también se han visto afectadas.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) informa que 23 centros de salud han resultado dañados. Las instalaciones sanitarias, con escasos recursos materiales y humanos antes del paso del huracán, también se han visto afectadas.

El acceso a la atención ya era muy limitado antes del huracán; a menudo, los centros de salud sufrían la falta de recursos y su situación es ahora crítica.

Además de los daños, las existencias de medicamentos y material sanitario están disminuyendo porque el acceso por carretera está bloqueado.

En los departamentos Norte y Sur, las heridas y fracturas infectadas son las lesiones más comunes asociadas al huracán. Sin una atención especializada y continuada, las heridas infectadas pueden producir sepsis y, potencialmente, la muerte, mientras que las fracturas sin curar pueden originar discapacidades.

Los precios de los alimentos han aumentado de forma importante. Además de la destrucción de las reservas, los daños en los cultivos y la dificultad de transporte. 800.000 personas están en nivel extremo de la inseguridad alimentaria, según la Oficina para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA).

La falta de agua, los refugios de mala calidad y las enormes dificultades para acceder a la atención médica afectan directamente al estado de salud general de la población afectada por el paso del huracán. Las actuales circunstancias resultan preocupantes por la posibilidad de la propagación de enfermedades como malaria, dengue o neumonía.

 

Más de 700 casos de cólera
Desde la aparición de cólera en el país, Haití siempre ha sufrido picos durante la temporada de lluvias que va de octubre a enero. Las cifras oficiales proporcionadas por la Organización Panamericana de la Salud (OPS) son elevadas en las zonas afectadas por el cólera. Según la OPS, en la semana epidemiológica que llega hasta el sábado 18 de octubre, hubo 167 casos sospechosos notificados en Grande Anse, 464 en el departamento Sur, 73 en Artibonite (norte de Puerto Príncipe) y 1 en Nippes.

Desde el comienzo de la crisis, hemos tratado a 190 pacientes sospechosos de cólera en nuestro Centro de Tratamiento de Cólera (CTC) en Port a Piment (que cuenta con 73 camas). Además apoyams en materia de agua y saneamiento a otro CTC de la zona y mantenemos la vigilancia en los departamentos Oeste y Noroeste, así como en la zona metropolitana de Puerto Príncipe y en Artibonite.

 

Muchos siguen aislados
Lopineau, un pueblo en las montañas en la zona de Jeremie, es una de las muchascomunidades aisladas gravemente afectadas por el huracán Matthew. Consiste en pequeñas casas asentadas en un valle rocoso de árboles altos, generalmente plataneros. Hoy, el pueblo está rodeado de troncos y restos de vegetación y materiales a los lados de las calles. Una fachada de ladrillo es todo lo que queda de la iglesia. Muchos residentes huyeron al centro de salud durante el huracán y hoy es el lugar donde nuestra clínica móvil realiza las consultas médicas.

“Mi madre Annete y mi hijo Givro estaban en casa cuando llegó el huracán mientras estaba en otra localidad. El viento tiró el tejado sobre ellos. Apenas podían moverse y  la habitación se inundó de agua. Cuando terminó la tormenta, corrí de vuelta a casa y los encontré heridos. Tenían heridas abiertas en los pies y en la cabeza. El personal de nuestro centro de salud había ido a refugiarse a Jeremie. Un vecino del pueblo tuvo que coser y vendarles las heridas”, explica Liselle, una de las afectadas.

“Mi hijo estaba herido y ni siquiera tenía suficiente comida para darle. Las lesiones de mi madre le causaban mucho dolor, especialmente cuando se le infectó el tobillo. No podía caminar y apenas quería comer. No teníamos ninguna manera de trasladarla a un hospital como este. Cuando escuché que venía una clínica móvil, los traje de inmediato”, añade.

Allí, nuestros equipos limpiaron y vendaron las heridas de Annette y Givro, y Annette recibió una vacuna contra el tétanos ya que no tenía tarjeta de vacunación. Después, nuestra clínica móvil regresó a Lopineau para el seguimiento de los pacientes.

“Estaba junto a mi marido y mis dos hijos en casa cuando comenzó la tormenta. Un árbol cayó sobre la casa y aunque está hecha de piedra, el techo es viejo. Corrimos a refugiarnos en la cocina, pero finalmente el techo se derrumbó debido a la caída del árbol y del viento. Una pieza metálica golpeó a mi hija Rosminalda. Afortunadamente, la clínica móvil ha podido llegar hasta aquí y atenderla. Le han limpiado la herida y le han puesto una venda limpia”, relata Maria Lekse, otra vecina víctima del huracán.