Warren Zevon se durmió para siempre el 7 de septiembre de 2003 a los 56 años de edad, apenas diez días después de que The Wind viese la luz. La del 30 de octubre del año anterior en el show de Letterman, que de modo excepcional le dedicó el programa completo, fue su última actuación. Aquella noche ambos hablaron sin tapujos, como los amigos que eran: “el mejor que mi música me ha procurado”, reconoció el artista. Después calificó de “error táctico” no haber acudido a un médico en los últimos veinte años. Y cuando el presentador le preguntó si la enfermedad que ya lo consumía sin remedio le había enseñado algo nuevo de la vida, Zevon, fiel a su estilo, se limitó a decir que “no más que lo importante que es disfrutar de cada sándwich”. Esa espontánea respuesta acabaría inspirando un homenaje póstumo en el que se involucraron Bob Dylan, Steve Earle, The Wallflowers, buena parte de los músicos que ya habían participado en The Wind y hasta el actor Adam Sandler.
Tras su charla con Letterman, Zevon interpretó en directo tres de sus canciones más memorables: Genius, Mutineer (que Dylan también había incorporado a su propio repertorio a finales de 2002, al enterarse de que Zevon estaba enfermo) y Roland the Headless Thompson Gunner, un tema de su tercer álbum, Excitable Boy (1978), escrito en colaboración con David Lindell, un ex mercenario al que había conocido cuatro años atrás durante su nunca bien documentada aventura española. Lindell vivía en la Costa Brava, donde regentaba el Dubliner, un pub irlandés donde Zevon actuaba como músico residente. Una tarde, después de beber “un montón de pintas”, construyeron juntos la historia de Roland, un soldado de fortuna noruego (y ficticio) que se marcha a combatir al Congo hasta que la CIA se cansa de él y lo liquida comprando a Van Owen, uno de sus hermanos en armas. Roland regresa de ultratumba convertido en espectro sin cabeza para vengarse de su viejo camarada en un tugurio de Mombasa “y esparcir sus restos de allí a Johanesburgo“. La historia no acaba ahí: el espíritu de Roland sigue vagando, diez años después, por sangrientos conflictos como los de Irlanda del Norte o el Líbano. Y es que Warren Zevon no escribía canciones infantiles, amigos.
Roland… fue la última canción que Warren Zevon interpretó en público. Al presentarla, David Letterman presumió de haber logrado convencer a su amigo de que la tocase aquella noche de octubre en su programa. “He tenido que suplicárselo” admitía Letterman en riguroso directo. “Me siento una parte importante de esto que va a pasar a continuación”, añadió. “No estarás diciendo que eres el co-autor del tema, ¿verdad?”, broméo Zevon, ya sentado ante el piano. “Tuve una seria discusión sobre el tema del copyright hace muchos años…”. “Es una de nuestras favoritas, creo que todo el mundo la va a disfrutar”, zanjó el veterano presentador, todavía con la sonrisa en la boca y el recopilatorio Genius entre las manos. Nadie sabía que sería la última vez que escucharíamos la voz maltrecha (a menudo escasa de afinación pero, al mismo tiempo, maravillosa) de Warren Zevon. Pero lo disfrutamos. Vaya si lo hicimos. Y lo seguimos disfrutando todavía a día de hoy.
Warren Zevon – Roland The Headless Thompson Gunner – His Last David Letterman Show – Part 4/4 (HD)
David Letterman mantuvo una relación tan estrecha con Warren Zevon que el día de su fallecimiento le dedicó los primeros diez minutos de su espacio en prime time a decir, entre otras cosas, que era “un tipo que le escupió muchas veces a la muerte en la cara”, además de “un poeta, un gran contador de historias y un amigo muy querido”.
En la película El Mundo Perdido (1997), la secuela de Parque Jurásico, el guionista David Koepp decidió llamar Roland y Van Owen a los mercenarios interpretados por Pete Postletwaite y Vince Vaughn. Esta es la letra completa de la canción:
Roland the headless Thompson gunner
Roland was a warrior from the Land of the Midnight Sun
With a Thompson gun for hire, fighting to be done
The deal was made in Denmark on a dark and stormy day
So he set out for Biafra to join the bloody fray
Through sixty-six and seven they fought the Congo war
With their fingers on their triggers, knee-deep in gore
For days and nights they battled the Bantu to their knees
They killed to earn their living and to help out the Congolese
Roland the Thompson gunner…
His comrades fought beside him – Van Owen and the rest
But of all the Thompson gunners, Roland was the best
So the CIA decided they wanted Roland dead
That son-of-a-bitch Van Owen blew off Roland’s head
Roland the headless Thompson gunner
Norway’s bravest son
Time, time, time
For another peaceful war
But time stands still for Roland
‘Til he evens up the score
They can still see his headless body stalking through the night
In the muzzle flash of Roland’s Thompson gun
In the muzzle flash of Roland’s Thompson gun
Roland searched the continent for the man who’d done him in
He found him in Mombassa in a barroom drinking gin
Roland aimed his Thompson gun – he didn’t say a word
But he blew Van Owen’s body from there to Johannesburg
Roland the headless Thompson gunner…
The eternal Thompson gunner
still wandering through the night
Now it’s ten years later but he still keeps up the fight
In Ireland, in Lebanon, in Palestine and Berkeley
Patty Hearst heard the burst of Roland’s Thompson gun and bought it
Artigo por Eduardo Herrero Lapido.