La hoja al viento.
Como hoja al viento
Me dejo llevar,
Sin resistencia alguna
A aquello que me lleve
A cualquier otro lugar.
Nada llama mi atención.
No deseo nada.
En quietud y sin pensar.
Sigo la línea del menor esfuerzo
Sintiéndome asi dichoso.
Calmo,
Sereno
Y tranquilo me hayo
Pues no hay peligro alguno.
Si alguien necesita ayuda
Se la doy.
Si todo está bien,
No hago nada.
De esta forma,
Callado,
Silencioso
Pero despierto,
Vivo mi vida desapegado de todo,
Sin sentimientos.
Esto es el comienzo
De lo que ha de ser.
Porque cada día
Emerjo del Vacío.
Cada día desaprendo más.
En el presente me encuentro.
Darío Méndez.
“El Don”
El falso Yo.
Cuando el falso yo te domina
Perdido estás en un laberinto,
El cual no tiene forma
Ni salida alguna.
Te vuelve egocéntrico
Y ciega la vida ante tus ojos.
A través de tu cuerpo te domina
Y errante te mantiene en el camino equivocado.
Muchos son los que te alabarán pero tu,
En lo más profundo de tu ser,
Sabrás que estás siendo engañado.
El falso Yo te impide
Ver la vida tal y como es.
Transforma tus pensamientos en falsas ilusiones
Que perdido te mantienen.
Por ello nunca encuentras tu lugar.
Porque ese lugar no existe.
Es confuso.
Falso.
Abandona tu falso Yo
O tu vida será desgraciada.
Aléjate de el,
No esperes más,
Y comienza con el mejor principio.
Ahora.
Darío Méndez.
“El Don”
La gente sencilla.
No se alaba a sí misma
Porque sabe que su hacer es un buen hacer.
Un buen hacer que colma sus vidas
Aunque a veces sus corazones sean presa del sufrimiento.
Hasta se les puede reconoces por su forma de vestir,
Que no entiende
De inútiles modas pasajeras.
Pero donde verdaderamente se ve su sencillez
Es en sus ojos,
Tranquilos al contentarse con lo que cada día ven.
Siempre te reciben con una sonrisa
Y te alegran el corazón
Con palabras sinceras.
No hacen ademanes ostentosos
Y en silencio guardan su tesoro.
La sencillez.
Siempre te tenderán la mano
Si lo necesitas.
Jamás brotará de ellos la mentira.
Y así son,
Sencillamente,
Gente sencilla.
Darío Méndez.
“El Don”
Me siento bien.
Temprano le doy los buenos días al sol,
El cual contemplo
Sin prisa,
Pues sol en mi vida es lo que tengo
Desde que al fin
La vida veo llena de color.
Allí donde voy soy bien recibido
Pues tras sembrar alegría
Cosecho alegría
Y eso me hace sentirme
En paz.
Las horas pasan y ya
Ni angustia ni miedo tengo
Porque mi mente sanando está.
El cuerpo aún no me responde
Cuando quiero caminar
Como antes hacía,
Pero ahora atesoro una quietud
Que antes desconocía.
Y asi paseo por las calles
Alegrándome de la alegría
De todo el mundo
Que se cruza en mi camino.
Hago caso a mi cuerpo
Y a mi mente
Cuando me señalan que debo retirarme
A mi casa,
A mi hogar,
A mi habitación.
Sé que mi vida
Tiene limitaciones,
Pero ahora las asumo
Sin rabia y sin dolor.
Esta es mi vida,
Y la acepto
Sin darme lástima
Y sin sufrir en vano,
Pues gran dicha me invade
Al ver que lo que si puedo hacer
Es seguir escribiendo.
Así que seguiré caminando
Con las palabras
Como mis pies
Y mis pasos.
Se acabó la tristeza.
Se acabó la amargura.
Es hora de ser feliz.
Darío Méndez.
“El Don”
Asexuado.
En la presencia unificada
Del espíritu me hayo,
Y espíritu soy
En la tempestad
Y en la calma.
Por ello asexuado estoy
Sin conocer ya el morbo.
Ya no sé que es mirar a una mujer con deseo.
Mujer,
También a ti te veo
Como espíritu
Y por ello no te deseo.
Vivo para el espíritu
Y al sexo destierro de mi vida,
Pues mi espíritu
Quiero mantener puro.
Ya recorrí y me cansé
Del camino de la lujuria.
Renuncio a la carne
Pues desearla me hace infeliz.
El espíritu me colma por completo
Y sin el nada soy.
Por ello comienzo a caminar al fin
Por la alfombra de las almas viejas.
Pues alma vieja soy
Y en ángel me he convertido
De aquí a la eternidad.
Gracias,
Espíritu que me inundas.
Quien quiera reirse
De esto
Que lo haga a carcajadas,
Pues de esta manera sabré
Que estoy donde quiero estar,
Siendo lo que quiero ser.
Paz en el espíritu para todos.
Darío Méndez.
“El Don”
Hojas.
Hojas de papel quemado,
No me atrevo a verme por dentro,
Temblor en mis manos tengo
Pues siempre salgo mal parado..
En este banco sentado
Veo llegar el momento
De un encuentro apenas planeado
Que dispara mis sentidos.
Unos sentidos que me dejan de lado.
En una tarde como esta,
Una tarde de domingo,
Siento sobre mi el peso del esfuerzo
Con que escribo
Cada palabra que tengo.
Los niños corretean alegres.
La gente pasea tranquila.
Mas yo inquieto estoy
Por no saber curar mi herida.
Una herida que no se ve
Es herida incomprendida.
En estos versos os la muestro.
Forma parte de mi vida.
Darío Méndez.
“El Don”
Rendición.
No puedo contigo,
Enfermedad que haces
Añicos mi vida.
No puedo contigo.
Cuanto más lucho
Más dura es la caída
Al perder la batalla
Al estar,
Sin remedio,
La guerra perdida.
Habitas en mi,
Por tanto,
Como te voy a apartar de mi mente.
Si una parte del ser se rompe
Se producirá una gran herida.
Enfermedad,
Te asumo.
Me rindo ante tu poder.
Quizás así te olvido de una vez.
Hazme añicos,
Haz de mi un manojo de nervios.
Pertúrbame hasta caer a tus piés.
Haz lo que quieras conmigo
Porque ya no sé que hacer.
Quizás,
Dándote cobijo,
Me tratarás mejor
Al no tenerme como enemigo,
Al decidir integrarte
Como lo único que para mi ha de ser.
Ya no te considero mi enemigo
Y de esta forma me relajo.
Porque lo único que puedo ser
Es lo que soy.
Formas parte de mi mente.
Ha llegado mi rendición
Y así debe ser.
Te doy la bienvenida por primera vez.
Estás en tu casa.
Ya conmigo no tienes que luchar.
Como compañera te trato.
Y de este modo me rindo.
Para ver si rindiéndome
Me acostumbro a ti.
Para ser feliz.
Bienvenida,
Enfermedad,
Compañera.
Te acojo en mi humilde hogar.
Darío Méndez.
“El Don”