Mientras en nuestro país dábamos cuenta de la última cena del 2014, en la franja horaria que va desde el discurso del Rey hasta la aparición de la Pedroche con su modelito de fin de año, nuestros vecinos británicos de la BBC ofrecieron a su audiencia un plato diferente que probablemente a alguno le resultó indigesto. Un poco antes de las once dos jóvenes presentadores anunciaban desde Trafalgar Square la conexión en directo con el Westminster Central Hall para ofrecer como aperitivo de las doce campanadas un concierto de una hora de duración de Queen. Efectivamente, ante un auditorio repleto y entregado de antemano y seguramente un pelín bebido, aparecieron sobre el escenario Roger Taylor y Brian May, un bajista y un teclista a sueldo y al frente un desenvuelto Adam Lambert micrófono en mano. El joven cantante de poco más de treinta años alcanzó la popularidad en el concurso American Idol, el OT estadounidense, y será el encargado de interpretar las canciones del mítico grupo por todo el mundo en una larga gira durante el 2015. La cosa empezó con un más que solvente Don’t stop me now, seguidamente la banda atacó I want to break free donde May dejó claro que está en plena forma para empalmar con Somebody to love donde Taylor y May arroparon al vocalista con sus voces. A estas alturas la audiencia ya estaba boca abajo. Al cuarto de hora despachan un Under Pressure inspirado con Roger Taylor encargándose de las partes vocales de Bowie de manera más que brillante además de golpear la batería con la eficacia que se le supone, preciso y contundente. El concierto transcurre éxito tras éxito con un Lambert que llega a cada nota con aparente facilidad y sin perder una sonrisa de oreja a oreja. A mitad de la función el teatro puesto en pie corea I want it all en pleno delirio. Dramática y con los dos fundadores de la banda reivindicando su presencia al frente del grupo que crearon a principios de los setenta suena The show must go on bajo los destellos de una gigantesca bola de espejos. Lambert comienza Bohemian Rapsody para al instante dar paso a la imagen de Mercury interpretando el tema por un par de minutos más hasta que se interrumpe con los acordes de Killer Queen que el cantante interpreta copa de champagne en mano. Final apoteósico con We will rock you y un We are the champions que el chaval remata con una exhibición de poderío vocal ante la sonrisa complacida del guitarrista. Lluvia de confetis y a por las campanadas. El espectáculo, brillante y la polémica servida. ¿Es lícito sustituir al carismático Freddie Mercury? ¿Deberían renunciar May y Taylor a volver a interpretar sus canciones sobre un escenario y quedarse en sus mansiones delante de la tele tapados con sus mantitas de cuadros esperando el alzheimer? ¿Ahora que las bandas tributo proliferan por lo escenarios de todo el planeta no tienen derecho ellos a seguir disfrutando de su público? Nuestro ínclito Julián Ruiz grita anatema desde su página Plásticos y Decibelios, parece que tiene claro cuando unos músicos han de retirarse a sus aposentos aunque no tan claro cuando han de hacerlo los críticos, casta a la cual él pertenece. Prefiero pensar que Mercury ha disfrutado del concierto allá donde se encuentre viendo como su música sigue siendo celebrada y tarareando Killer Queen al igual que el joven Lambert con una copita en la mano. God save the Queen.
Jose Tribeca