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En un artículo de la página web de Consumer.es (es una copia literal), el director general, Fernando Morcillo, de la Asociación Española de Abastecimientos de Agua y Saneamiento, apunta que las Estaciones Depuradoras de Aguas Residuales recogen en nuestro país 10 kilos anuales de toallitas por persona, ya que se agrandan en el camino al empaparse de agua y otros residuos. Además, para limpiar y subsanar las roturas y atascos que producen, una ciudad de un millón de habitantes gasta unos cuatro millones de euros anuales. Y no es el único impacto que causan. Este artículo revela qué problemas medioambientales y económicos generan las toallitas húmedas y cómo evitarlos.

Destaca que el etiquetado de los fabricantes es confuso, con imágenes o frases que inducen a pensar o hasta señalan que pueden arrojarse al váter y que son “biodegradables”, dando a entender que no causarán problemas. Según el director general de la Asociación Española de Abastecimientos de Agua y Saneamiento, para que fueran auténticamente biodegradables y no dieran problemas tendrían que descomponerse en entre 5 y 30 días.

Después de leer el artículo y oír continuamente en los medios de comunicación la solicitud de  que no desechemos las toallitas tirándolas en el váter (quiero creer que la mayoría damos por hecho que no se debe de tirar nada que no sea biodegradable), si alguna persona sigue haciéndolo está a tiempo de cambiar sus costumbres por el bien común y del planeta, que también es de todos.

Y dicho esto me pregunto, ¿y qué se va a hacer con esos fabricantes que nos engañan con el etiquetado? Todavía a estas alturas no hay señales de que se haya investigado o culpado a  ninguna empresa y los fabricantes están cometiendo un delito. Está bien, a nosotros por tirarlas en el váter  y por ello aumentar unos gastos extra para desatascar los colectores, “pudiéndose gastar en otro bien común”,  tampoco  nos multan ni nos llevan a la cárcel; exceptuando las ciudades en que han tomado la determinación de multar por ello con 750 Euros a modo individual y con 3.000 Euros a la comunidad de vecinos en las que aparezcan en los desatascos del edificio. Los fabricantes por su parte han firmado también que se harán cargo de la  publicidad  para recordarnos lo perjudicial que resulta e como nos deshacemos de ellas.

Insisten una y otra vez que hacemos mal huso de ellas…pues depende como se mire. Si compras un producto y te informan mal en sus indicaciones, ¿somos los culpables?, ¿tendremos que dejar de creer en las instrucciones que nos imprimen en cada producto?, ¿o, si acaso, dar un  salto de fe y creer que no nos engañan?

Cada vez que voy al supermercado sigo leyendo que son biodegradables.

Maite Moreno.

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