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Me lo acabo de comprar, hace diez minutos, en el iTunes. He visto la noticia en el telediario de que han arrasado en los premios Grammy, y me dije “venga, Morgana, líate la manta a la cabeza”. Así que lo reseño mientras lo escucho por primera vez, y quizá por última.
Lo primero… ¿Éste es Robert Plant? ¿Éste es MI Robert Plant? Fanática de los Led Zeppelin como soy yo, no estaba preparada para esta, como lo llamaría… transmutación de la voz. ¿Dónde está aquel falsete de huevo prieto que tanto me gustaba? Pues, lisa y llanamente, en el mismo sitio donde están las camisas modelo torso al aire, los pantalones tipo envase al vacío, las plataformas, la melena leonina al aire… en el baúl de los recuerdos. Da gusto saber reciclarse, sí señor, y ya me estaba dando penita gorda ver al antaño efebo Plant arrastrando por los escenarios sus canas y michelines en un triste intento de remedar los grititos orgásmicos de “Who lotta love” que tan bien le salían otrora. Le ha cambiado la voz y hay que lucirla. Y al que le gustara el anterior, que tire de DVD, que para eso está. Que conste que hay un guiño a su etapa zeppelin gritón en el séptimo tema.
De ella no sabía absolutamente nada, excepto que no tenía nada que ver con Alfredo Kraus. Una voz preciosa y delicada, nada que ver con la nasal y excesiva, en todos los aspectos, Dolly Parton, primera imagen que se me viene a la mente cuando oigo la palabra “folk”.
El disco se compone de trece temas a los que no puedo encontrar un punto en común. En ocasiones me recuerda a Chris Isaak (Please read the letter, Rich Woman), otras veces al más puro folk country americano, en la línea Parton/Rogers, como en el tema “Throught the morning, throught the night” “killing the blues”, o en el estupendo “Let your loss be your lesson”, pero más fino e intimista, y otras al folk europeo sin más (Sister Rossetta goes before us).  Un tema rockero: “Gone, gone, gone”. Es un decir, no hay una guitarra eléctrica ni por asomo, pero por lo menos el ritmo es acelerado. Lo mismo sucede con “Fortune Teller”. Se vislumbra algo enchufado a un ampli en el tema titulado “Nothin'”. Por lo demás, se ciñe al patrón: voz alta y baja acopladas, mucho violín y guitarra acústica, tono melancólico e incluso pelín dengoso, aburrido a veces. A cambio, presenta una elegancia insólita, en mi opinión, en los discos de este género, que no está entre mis favoritos, la verdad.
Es música para escuchar relajadamente en casa, sin prisas, después de un duro día de trabajo y con una copa de tinto bueno en la mano. Se deja oír, desde luego. No será la última vez que lo haga.