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Foto de José Guerra

Entrevistar a The Casualties sin estar exactamente acreditada para ello es algo muy estresante y divertido. Y la forma en la que ellos se esforzaron en pronunciar Laura correctamente, (Laura soy yo. Ese es mi nombre. Hola, guapos) o lo felices que parecían en el área de prensa mirando los pósters ilustrados de los cabezas de cartel son una de esas cosas por las que espero que el oficio de periodista musical tarde un par de años más en morir. Antes de que eso sucediera, el grupo fue entrevistado por la organización del Resurrection Fest. Además de un cuestionario rápido, los puntos más destacables de su única entrevista oficial en el festival fueron los relacionados con influencias, estilo, actitud y descubrimiento de la música.

Los Casualties definen su estilo como skate punk, y rápidamente pasan a hablar de la situación política de España. Toda la entrevista esuvo marcada por la premsa de no separar lo social, la protesta, de lo musical. Jorge Herrera, el frontman, habla de cómo ha visto la conferencia de prensa de nuestro presidente en televisión y de que ha sido vergonzoso. No sabía realmente que aquí había ese tipo de problemas. Nosotros tuvimos algo parecido con nuestro otro presidente, ese loco, ese bruto, dijo en referencia a George Bush.

Preguntados sobre sus motivaciones para hacer música, explicaron que, para ellos, había dos tipos de grupos: los que nacían con motivaciones relacionadas con el dinero y los que hacían música porque ahí era a donde los había llevado la vida. Las circunstancias nos han hecho así.

Una de esas circunstancias, que ellos siempre han defendido con muchísima fuerza, es su identidad como miembros de la clase obrera. Tocamos para la gente a la que pertenecemos, tocamos para la clase trabajadora. No estamos en ningún pedestal especial.

 Enseguida, pasaron a hablar de sus primeras influencias musicales. Jorge respondió, sobre el hecho de ser latino y de las influencias que eso podía tener, que, en realidad, su primer contacto con la música había sido uando su padre, de origen ecuatoriano, le enviaba discs de rock. Mandaba cosas de The Beatles, de Johnny Cash, de The Clash….pero la música con la que y crecí de niño era muy diferente. Fueron cosas como Marisol o Patito Ortega.

Cuando Jorge se mudó a Nueva York, su familia vivía en lo que antes era un barrio contracultural, un auténtico melting polt, el Lower East Side. Ahora no es como antes, ahora es un barrio de ricos. Creo que mis padres fueron la última generación de immigrantes aceptados en ese barrio. Allí, un Jorge, aún preadolescente se vió rodeado de punks, de rock’n rollers de heavy metals, y, como muchos en algún momento, decidió buscar su identidad en el mejor sitio del mundo, un tienda de discos.

Yo era un metalhead, llevaba el pelo largo. Era muy joven, y, un dia, en la tienda de disco, me fijé en los discos de punk que estaban al lado de lo que yo escuchaba, de Maiden y Metallica. No sabía qué era eso. Era un chico de la calle de Nueva York, y después descubrí que también existía un punk latino. Eskorbuto, La Polla Records y todos los demás. Eskorbuto eran legendarios.

 En mi entrevista, improvisada en diez minutos con las manos temblequeándome sobre el papel, empecé preguntándoles si, a pesar de recalcar siempre que eran de clase obrera, nunca habían deseado todas las cosas que el imaginario colectivo asocia a las rockstars: casas grandes, coches potentes.

Foto de José Guerra

Foto de José Guerra

Claro que si. Claro que queremos eso. Pero tendríamos que robar para conseguirlo, me contestó Rick López, el bajista, con una carcajada asomándole en los labios. Además, no son cosas necesarias. No te hace feliz. El dinero no es lo que te hace feliz. Rápidamente les pregunté que es lo que puede lograr que seas feliz. Tus amigos. Meggers, el batería, nos interrumpió. Tu familia, y la música. Mientras yo me aseguraba de que la grabadora estuviese funcionando, concluyeron que disfrutar de tu vida y hacer lo que de verdad quieres hacer son otra de las cosas que pueden hacerte feliz.

 Después, como miembro de una generación que ha contribuido a desvirtuar por completo la palabra punk (todos los que ahora tenemos veinte años y pensamos que American Idiot, de Green Day, era un buen disco, me refiero) les pregunté cual era para ello el significado de la palabra punk, ahora que parece no tener sentido en absoluto.

Es el modo de expresar nuestra individualidad. Y una actitud, y, por supuesto, es la música. Y es una forma de vivir, añadió Jake Kolatis, el guitarrista. Preguntados por la parte estética de ellos, por las crestas y las tachuelas, me contaron que aún se meten en líos por su aspecto. Todavía tenemos problemas por nuestra forma de vestir, por las pintas que llevamos. Siempre nos paran en los aeropuertos, y en Alemania tuvimos algun problema hace poco. Es molesto, pero intentamos que no pueda importarnos menos.

Después de tantos años haciendo música, tocando juntos, me planteo que queda en ellos de miedo escénico, si todavía les impone de la misma forma el escenaro. Todos están de acuerdo en que sí, el escenario aún da miedo, y Meggers me responde enseguida que, de hecho, al ser su primera vez en el Resurrection Fest, hoy va a ser uno de esos días en los que se noten los nervios.

 Finalmente, les planteo que le dirían a cualquier panda de chavales que estén empezando en su primer grupo y que quieran formar parte de esa cultura reallmente punk que ellos y otros privilegiados representan de verdad. No lo hagas por el dinero. Y no va a ser fácil. Pero sigue adelante.

Escasas horas después de la ronda de entrevistas, The Casualties hicieron honor a su nombre y a su actitud y dieron un concierto memorable.

Laura Bauhaus