Formulario de acceso protexido por Login Lockdown

 

Hace unos días, miembros del BNG llevaban a cabo una acción en la Pazo de Meirás
digna de ser aplaudida.
Entraban en el Pazo y desplegaban una enorme bandera gallega sobre la Torre
llamada en otra época “la quimera” por Emilia Pardo Bazán.
No quiero ni imaginar cómo debió retorcerse en su tumba el dictador y cómo debió
repatear el higadillo a sus descendientes ver su joya cubierta por nuestra bandera.
Respecto al Pazo de Meirás, se ha construido mucha leyenda sobre de qué forma
llegó a manos del dictador. Más de una vez se ha pretendido utilizar cómo símbolo
que nos define a los gallegos como tan de derechas como para regalarle
alegremente parte de nuestro patrimonio al dictador.
Pero las cosas son como son, por mucho que pretendan vendérnoslas de otra
manera. Nada mejor que un poco de historia para demostrar, no sólo que tal regalo
jamás existió, también para justificar por qué el Pazo es nuestro, de todos los
coruñeses y por extensión de todos los gallegos.
El actual Pazo de Meirás fue construido en el SXIX sobre las ruinas de una antigüa
fortaleza. Mediante herencia llegó a manos de Emilia Pardo Bazán, que pasaba más
de cuatro meses al año allí. En la Torre “la quimera” instaló su biblioteca.
A la muerte de Dña Emilia, sus herederas decidieron donarlo a la Compañía de
Jesús, con una serie de condiciones que no fueron aceptadas y es aquí
precisamente donde empiezan los abusos que convirtieron el Pazo en la residencia
de verano de Francisco Franco.
Los falangistas de A Coruña, encabezados por el Gobernador Civil Julio Muñoz y
por el banquero Pedro Barrié de la Maza, decidieron “regalar” la propiedad al
dictador.
Para ello se retuvo parte de su sueldo a trabajadores y funcionarios. Se obligó a los
Ayuntamientos a aportar como mínimo el 5% de la recaudación de la contribución
y, por si esto fuera poco, se encomendó a los alcaldes visitar a los vecinos para que
“nadie pueda mañana considerarse postergado si su deseo es contribuir con su
grano de arena al Pazo del Caudillo”.
Pónganse ustedes en situación, primavera de 1938. ¿Quién habría tenido el valor
de negarse?¿Quién habría plantado cara? A esas alturas cualquier españolito de a
píe había entendido ya como se las gastaban y de qué forma se tomaban las
negativas.
Estos son los hechos, los contrastados, los que se pueden comprobar en los
documentos encontrados en diferentes Ayuntamientos y que demuestran que lejos
de ser un “regalo”, el Pazo fue adquirido con el dinero de los gallegos mediante
una especie de impuesto revolucionario.

No hubo regalo, no hubo donaciones voluntarias, no fue una prueba de “amor” o
“lealtad” del pueblo gallego al dictador.
La propiedad del Pazo sigue siendo una herida abierta en el corazón de cualquier
gallego de bien. El Pazo es del pueblo.
Lo es, en primer lugar porque jamás hubo voluntad de los Pardo Bazán de donarlo
a Franco; porque fue propiedad y contenía la biblioteca de una de nuestras
escritoras más insignes. Intelectual, mujer libre, antítesis de los actuales
“propietarios”.
Lo es porque fue pagado por el pueblo contra su voluntad.
El Pazo de Meirás es una asignatura pendiente, como tantas relativas a la guerra
civil y a la dictadura. En algún momento habrá que decir hasta aquí y poner las
cosas en su sitio, de no hacerlo seguiremos ocultando lo que fue el franquismo y lo
que significó. Y ya está bien de mirar hacia otro lado. En ningún país moderno y
civilizado se entendería que no se hiciese, se ve que hasta en esto España sigue
siendo una excepción.
“O Pazo é do Pobo Galego”. Gracias al BNG por seguir recordándolo.

 

Lourdes Caramés · 

Yo sé que a los vecinos de Santiago de Compostela le pasaron el recibo de la contribución incrementado en un cierto porcentaje que iba destinado a la adquisición del pazo. Lo sé porque me lo ha contado muchas veces mi padre que trabajaba en el Ayuntamiento haciendo los recibos para los contribuyentes.