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Ayer, a bocajarro y con un tono lastimero,  me dijeron:

—¡Dos niñas!,  que mal lo va a pasar tu hija a partir de ahora ( la mayor entra en el instituto este año),  con estos tiempo que corren, da miedo. Yo tengo un niño y  sé que también puede tener un accidente, pero es distinto…Con las niñas tienes que estar pendiente de que no les hagan nada, ya sabes…

Me transformó en piedra, y por lo tanto en muda, el comentario. No lo podía creer, una mujer de apenas cuarenta años con semejante pensamiento.  Seguramente esta chica siente miedo, ¿por qué?

Pueden ser muchas las causas: por cómo los jueces interpretan la ley para castigar a los detenidos por violencia contra las mujeres. O quizás el saber que  ciertos grupos políticos van a negociar, seguramente para empeorarla, con la ley de violencia de género.  Y que, ahora, se suman otros a ellos y quieren diferenciar la violencia doméstica de la violencia de género. También puede ser la forma en que todos los medios llegan a rayar la morbosidad cuando se trata de informar sobre la muerte o violación de una mujer. Otra causa puede ser tanto mensaje escondido: la mataron por ir sola a correr, y por caminar de madrugada, por vestir como le da la gana, los buses te dejan en la puerta, los taxistas esperan a que entren en el portal”. Y la realidad, a día 4 de enero, ya ha comenzado la sin razón, es que la mayoría de muertes por violencia, llamémosla como queramos,  se ocasiona a las mujeres.

Y a todo se le suma un sentimiento general de volver otra vez atrás sobre el tema. Parece que no valió de nada el trabajo y el esfuerzo de tantas mujeres y hombres, que también se suman a nuestra causa. Pero al instante deshecho tal pensamiento y vuelvo a la realidad, me queda mucho por delante. Lo más importante es comenzar en la base, el hogar, enseñando a mis niñas a ser mujeres libres y que ellas lo pueden hacer todo igual que los hombres. Que el voto que se introduce en las urnas, sí, influye en lo que quieres evitar. Si te quedas en casa, pensando, “es igual, nada va a cambiar”, pues ya estás dando tu voto a los de siempre, esos que no quieren perder su poder adquisitivo y se unen como una piña a la hora de votar.  Y demostrarles que  la realidad que les ha tocado vivir  se puede cambiar.

Y el miedo de esta chica, y seguramente muchas más como ella, no existiría si nos demostraran que la justicia actúa rauda después de detener a la persona que ha  empleado la fuerza física, ha asesinado, violado, acosado, intimidado, da exactamente igual si es en el seno de la familia, contra otra persona, como si es en un lugar público, o en la calle. Y  el que ejerce esa violencia, hombre o mujer, debe recibir la condena correspondiente. ​Ya que, género, es el grupo al que pertenecen los seres humanos de cada sexo, entendido este desde un punto de vista sociocultural en lugar de exclusivamente biológico.

El miedo es el arma más poderosa y la manejan los que no quieren renunciar a su rol varonil. Y ese miedo nos aprisiona con barrotes invisibles, pero eficaces.

No tengamos miedo al miedo. No nos dejemos intimidar. Sigamos luchando por la igualdad y para acabar con el asesinato de más mujeres.

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