La mejor esclava
no necesita que le peguen.
Se pega a sí misma.
Y no con un látigo de cuero,
ni con un palo o con ramas,
ni con un mazo
o una porra, sino con el delicado látigo
de su propia lengua
y los sutiles golpes
de su mente.
¿Quién puede odiar su mitad tanto
como ella se odia a si misma?
¿Y quién puede igualar la finura
de su propio maltrato?
Para esto se requieren
años de entrenamiento.
Veinte años
de sutil autoindulgencia,
de perdonarse a una misma;
hasta la sometida
se considera una reina
…
Nunca debe salir de casa
a menos que lleve una capa de pintura.
Debe llevar zapatos estrechos
para que recuerde su esclavitud.
Nunca debe olvidar
que está enraizada al suelo.
Aunque aprenda deprisa
y sea supuestamente lista,
su duda natural con respecto a sí misma
la hace tan débil
que cuenta brillantemente
con una docena de talentos
y así embellece
pero no cambia
nuestra vida.
Si es artista
y se acerca a lo genial,
el propio hecho de su don
le produciría tal dolor
que se llevaría su propia vida
antes que lo mejor de nosotras.
Y después de que muera, lloraremos
y la haremos santa.
Erica Mann Jong. Alcestis en el circuito poético.
Foto de Akif Hakan.
Bo día!
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Esta tarde soy rico porque tengo
todo un cielo de plata para mí,
soy el dueño también de esta emoción
que es nostalgia a la vez de los días pasados
y una dulce alegría por haberlos vivido.
Cuanto ya me dejó me pertenece
transformado en tristeza, y lo que al fin intuyo
que no habré de alcanzar se ha convertido
en un grato caudal de conformismo.
Mi patrimonio aumenta a cada instante
con lo que voy perdiendo, porque el que vive pierde,
y perder significa haber tenido.
Ya no tengo ambiciones, pero tengo
un proyecto ambicioso como nunca lo tuve:
aprender a vivir sin ambición,
en paz al fin conmigo y con el mundo.
Vicente Gallego. Proyectos de futuro.
Feliz domingo!