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A mi casa de Marqués de Amboage, en los años 50/60, venía “Lola la costurera” un día por semana. Vestía de negro por aquellos interminables lutos, con moño y grandes y gruesos lentes de pasta. Desprendía un característico olor a cebolla del que no sabría decir si me gustaba o no. Llegaba temprano, desayunaba, cosía a mano y con una “Wertheim” de casa, montada en una mesa de forja, como las que ahora veo utilizar en algunos bares con una tapa de mármol.

Era el mejor testigo de mi propio crecimiento y el de mis hermanos (cuatro) pues cogía el bajo de los pantalones, entallaba camisas y cintura, le daba la vuelta a puños y cuellos, hacía bermudas, sábanas y manteles, zurcía… y mi madre le pasaba “figurines” para copiar blusas y vestidos para ella y para mi hermana, a la que recuerdo subida a una mesa dando vueltas para igualar y redondear el bajo de una falda. Alguna vez me clavó sin querer un alfiler en una prueba mientras la cinta métrica se iba quedando escasa para tomar medidas.

Lola comía lo mismo que nosotros, pero sola en la cocina porque así lo prefería. Merendaba, y a última hora de la tarde se retiraba llevándose unos huevos de aquellas preciosas hueveras redondas de alambre que se llevaban a la tienda, y alguna fruta, leche…

La banda sonora era el girar acompasado del pedal de la rueda de la máquina de coser (sobre todo al hacer la canilla) y el de la aguja perforando la tela incansablemente. A veces se salía la polea de la rueda y se hacía el silencio brevemente. Los restos de la batalla eran recortes de telas (que también se llevaba) y un manojo de hilos multicolor que tenía su encanto para jugar.

Conmigo era cariñosa y la consideraba parte de la familia. Iba de casa en casa y así durante años como hacían otras muchas costureras para aliviar sus economías. No se si es también un oficio más para el recuerdo o todavía existe, pero tanto taller de zurcidos, arreglos, etc, me da mala espina.

Este es mi humilde homenaje y mi reconocimiento a unas mujeres que supieron salir adelante, en tiempos difíciles y con hijos a su cargo, cosiendo miserias y hambre a remojo de lágrimas secas, y cerrando costuras abiertas con la cremallera de la impotencia.

Tienen su canción:

OLGA MARÍA RAMOS. BATALLÓN DE MODISTILLAS

Olga María Ramos interpreta uno de los temas de su disco: Puro Cuplé, se trata de Batallón de modistillas
(Letra: Álvaro Retana; música: Aquino)
Aquí va la letra por si queréis corearla…

Se dice que muy pronto,
si Dios no media,
tendremos las mujeres
que ir a la guerra.
Y yo como medida
de precaución
ya estoy organizando
mi batallón.

Batallón de modistillas
de lo más requebonito
y lo más jacarandoso
que pasea por Madrid.
Y ya estamos aprendiendo
la instrucción con entusiasmo,
deseando que se aprecie
nuestro garbo por ahí.

Un, dos tres, ahora va bien. (bis)

El más fiero enemigo
caerá deshecho.
Que estamos decididas
a dar el pecho.
Y lo mismo un soldado
que un general
preferirán rendirse
a pelear.

Son los hombres con nosotras
en la paz muy bravucones
y nos tienen dominadas
sin dejarnos rechistar.
Pero en cuanto que nos vean
decididas a la lucha
con las suegras en vanguardia,
de correr no pararán.

Un, dos, tres, ahora va bien. (bis)
La ilustración del titulo pertenece a la serie de dibucuplés de Mar Buelga para la exposición: Ilustrando el cuplé: Homenaje a Juan Martínez Abades
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