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ADRO: comezamos iste cabido Nº 13 da saga escrita por José Luis Ducid, co encabezamento dunha foto, feita por Álvaro Dorda (Mobile Phone Power) na porta da mítica Tasca Sueva (Cidade Estado de A Cruña, veciñanza de Atochas – Monte Alto) xa que atopabanos tres persoas, que agora mesmo dan lus a escrita de Ducid: Ducid non ten Facebook, paso da escrita a álvaro Dorda, publicadas no seu muro e Rubém Novo enche as fontes informativas de WWW.EMPUJE.NET coa escrita do arxentino – cruñes máis excentrico, intenso e caotico, non pode sere outro ca José Luis Ducid.

ALERTA EN EL ORZÁN / Día 13
José Luis Ducid

Junto a la puerta del Gadis me topo con un ex boxeador, rechumido y desdentado, morbosamente heroinómano; que conocí hace más de 20 años en el gimnasio de los Hermanos Planas, cuando era un prometedor peso mediano. De los increíbles Hnos. Planas.

– Neno, ¿me compras unos yogures?
– Claro, Maestro.
– Maestro tú.
– Maestro de la Nada. ¿Quieres algo más?
– ¿Pan y mortadela?
– Es un hecho.
– ¿Y una botella de aceite?
– Voy muy justo, meu… no creo que pueda. (Soy una basura: me quedaría sin Johnnie Walker.)
– Graciñas, neno. No te preocupes…

La chica que espera en la cola detrás de mí, guardando la distancia de seguridad, interrumpe con dulzura: – Yo le compro el aceite.

“…El boxeo es un deporte en el que dos luchadores compiten enfrentándose con los puños recubiertos por unos guantes y de acuerdo a un reglamento preciso. De un modo más general quiere decir arte de golpear con los puños a un adversario y de esquivar sus ataques….”

De regreso al ático, veo corretear y corear al unísono a dos niñas perseguidas por su madre: -¡Los aplausos, los aplausos, los aplausos…!

“… Los boxeadores deben usar obligatoriamente:

* guantes que cumplan las características especificadas en el reglamento

* pantalón corto con la cintura de color distinto (porque está prohibido dar golpes por debajo de ésta)…”

En 1993, cuando me refugié en la Patagonia, Chichipío -alias “El Cacique”-, modisto, ladrón y marica colosal, me cosió en la parte de atrás del pantalón de boxeo la lengua de los Rolling. Completé la jugada pidiéndole también que me confeccionase una bata de seda color verde pistaccio, con un exagerado cuello Emperador Ming, bordada en la espalda con la llamativa inscripción NEOPRIMITIVO DUCID. “El Cacique” Chichipío, estaba pletórico, orgulloso del resultado. Sin embargo, al público local no le agradó tanto nuestro diseño vanguardista. La indiada silbaba y aullaba de una forma poco amable, malévola. Eran realmente muchos. “Menos mal que no vino a verme ninguno del bar”, suspiré… De mi bando sólo había dos personas irrepetibles: Larisa (una bailarina del puerto, hija de ucranianos, con unos pechos del tamaño de su chifladura) y “Chernobyl”, mi entrenador desde hacía cuatro semanas (un chavalote del gimnasio que sobrevivó al incendio de su casa de cinc). Este apunte aburre, pero es necesario: en la Patagonia todos los inviernos arden chabolas con pobres adentro, debido a los braseros de carbón. Por las terribles quemaduras en la cara y el cuero cabelludo, del que nacían matas de pelo aleatorias, apodaron a mi sparring “Chernobyl”…. El ingenio popular nunca descansa.

Cuando mi contrincante se quitó la bata y todos los presentes pudimos apreciar su complexión física me pregunté, entre otras muchas cosas, qué hacía yo en ese hangar abandonado por la Fuerza Aérea en mitad de la estepa, a qué se debía el viento soplando afuera a 80 kilómetros por hora, porque insistí en participar de una gala de boxeo amateur a beneficio de no sé que. El negrazo me clavó la mirada y sonrió como un monstruo. Las cuarenta o cincuenta personas que fueron a verle a él, exclamaron: ¡Uuuuuuh…!

“…
*protector bucal
*coquilla
*no se podrá llevar ningún accesorio que haga peligrar la integridad física del contrario…”

Algún accesorio que hacía peligrar la integridad física llevaba en los guantes el moreno, porque desde el primer segundo me infló la geta como un globo; milagrosamente escuché la campana y conseguí llegar por mi propio pie al rincón:

-¿Cómo voy, “Chernobyl”?
– Si lo matas, empatas.

La frase de mi sparring me indignó tanto, que con la campana salí furibundo al centro del ring para dejarle claro a mi oponente quién era.

Me desperté en una camilla en la sala de primeros auxilios “Evita Perón”. Lo primero que conseguí vislumbrar fue a Chichipío, acariciándome la frente. Alcancé a ver a Larisa fumando en el pasillo, sacándose de encima a dos enfermeros que la molestaban. Con los ojos apegados en lágrimas, “El Cacique” susurró:

– Me encargaron cinco batas.

Sigo atravesando el barrio. Anoche me contó mi hermano mayor, en un inquietante e-mail, que en el Coño Sur ya empiezan a pasar cosas raras, dignas de Mad Max. “Es que acá no es como allá…” Traducción: no existe LA EJEMPLAR SANIDAD PÚBLICA ESPAÑOLA. La masa está en pelota picada.

De repente, en una catarsis colectiva, desde casi todas las ventanas, balcones y terrazas de calle/rúa Orzán, los vecinos aplauden. Se expresan. Empiezan a tomar conciencia.

ducid

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

(Debuxo de José Luis Ducid por Álvaro Dorda)

https://www.facebook.com/alvaro.dorda

(Foto portada por Álvaro Dorda. De esquerda a dereita, álvaro Dorda, Rubém Novo e José Luis Ducid)

ALERTA EN EL ORZÁN: cabidos do Nº 1 ao Nº 12.

José Luis Ducid: “Eu non son arxentino, son alcoholico (dixit José Luis Ducid)” ALERTA NO ORZÁN. (Cabidos do nº 1 ao Nº12)