A veces me molesta, y siento cómo agita las ventanas.
Bajo el volumen de la música.
¿Lo oís ahora?
Silencio.
Marcan las 12.
Justo el momento en el que recuento todos mis pasos.
Y me doy cuenta, maldita sea.
Otra vez.
Otra vez esa prueba que reúne todo el sarcasmo del mundo en una sonrisa.
Vuelve a molestarme.
El crujir de esa puerta cuando se abre, la bocina del conductor histérico, la guitarra desafinada, el cinismo incalculable.
Pero miro hacia otro lado, como si el universo pudiera cambiarse de sitio, por tan solo un instante y anulo los sentidos cuando se atreven a avisarme.
Otra vez tú.
Otra vez el semáforo avisándome, de que me queda poco tiempo para pasar.
Las palabras ajenas, que solo dicen, nada.
El abismo que hay entre una risa musical y una risa que no encaja.
El sonido de aquel que mastica con la boca abierta, demasiado cerca.
Siguen siendo las 12.
El reloj no para de sonar.
¿Por qué sigues rompiendo el silencio?
La ciudad nunca descansa, el ritmo nunca para y las gaviotas ríen a carcajadas.
Esas gotas que caen con timidez a media madrugada, a la que acudes con indulgencia para guardarlas.
La fiesta que se montan esas copas, brindando unas con otras, esperando a que sus ilusiones se recompongan.
Hoy la lluvia ha esperado a que saliera de casa, para salir ella también.
Pero,
me dejé el paraguas,
me olvidé los auriculares y ahora
solo escucho
ese ruido,
que invade mi espacio vital,
cuando la única visita
que me gustaría,
sería…
Te conviertes en recuerdo lento.
Te transformas en el aire de la luna al respirar mientras dormía.
En la intermitencia del quién sabe qué, de todo aquello que no llegamos a comprender del todo.
Un tic tac ensimismado, con una aguja atascada siempre en el mismo tac, haciendo click donde nunca ha pasado nada.
Y se duermen las luces al medio día si no se encuentra en la madrugada
y se pierde el disfraz que algún día dejé sobre mi almohada para verte arraigada en ella, dejando la huella que amanece al cerrar los ojos.
Que se abrazan locos en un mundo de lobos.
Que se resguarda el recoveco equívoco, esquivo, que se aferra a todo lo que perdió la mayor parte del sentido.
Que ya no volverá, dicen.
Que yo ya no vuelvo para que las heridas no tiriten.
Que me desnudo de relojes para que sus agujas ya no indiquen.
Olvido el recorrido que hice hasta llegar aquí.
Empiezo a romper las barreras del ego y me asqueo en cuanto lo veo venir.
Ni si quiera sé si saben, si se miran, si se piensan.
Tengo la necesidad imperiosa de huir de todo aquello, de olvidar la lucha, de quedarme quieta en mitad de la batalla y preguntarles, por qué lo hacen.
Que hoy no quiero formar parte.
Que me hastía el concurso de ver quién tiene el zapato más grande con el que pisar, y darme cuenta de que la envidia es una gran interlocutora.
El público siempre opina.
Pero sólo son eso, público.
Deja que los ojos te miren, pero quédate con los que sepan mirarte más allá.
Olvídate del resto.
Que cavan y cavan y cavan.
Y vuelven a cavar.
Y no encuentran nada.
Que cavan y cavan y cavan.
Y vuelven a cavar.
Y…
El viento me mira, amenazante.
El tiempo no ha pasado, pero al parecer, sí.
El gato juega con el ovillo, hasta desenredarlo y justo después, cuando se da cuenta de que no puede seguir corriendo tras él, vuelve al mismo punto.
Una señora mira tras la ventana del autobús hacia ninguna parte.
Un pensamiento intermitente guía su mirada hacia las manos. Cada arruga le indica el camino que le llevó a su vida.
Hay un perro que ya tiene el terreno controlado, pero, aún así, mira extrañado a esos seres que caminan por la calle, cabizbajos, meditabundos, obsesos del reloj.
Hay una sonrisa que está dolida, pero sólo sabe sonreír.
La nieve enfría, pero también endulza.
El fuerte se traga al más débil, pero lo que no sabe, es que el débil es el que más siente.
Hay una persona detrás de una puerta esperando a que se abra. Otra, esperando a que, quien se ha ido, vuelva, aunque sea a por las llaves.
Ira es caprichosa e individualista, sin embargo, no se da cuenta de que sin
Rabia y sin Odio no sería la misma.
Y por último…
Ten cuidado con el aleteo de una mariposa.