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A su Ilustrísima Excrecencia el Mega-Super-Ultra-Capitalisto Amo de “La Coz de Galicia” le han entrado ganas de escribir y convertirse en un líder revolucionario, aunque sea de pacotilla, y ha decidido editar un libro (el cual no ha tenido más remedio que regalar con el periodicucho como único medio para intentar conseguir que la gente se lo lea…), con el título “Yo Protesto” (sic). La duda que nos asalta y no nos dejará dormir tranquilos hasta que leamos ese papel nada higiénico es la siguiente: ¿Pero de qué carallo puede protestar ese mediocre escribano?

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Hemos barajado varias hipótesis que deberán ser cercioradas para tener una explicación verídica de que un manipulador especulador y explotador (preguntadle sobre su rebaja de sueldo a los trabajadores que reparten el periódico por vuestro barrio, y veréis que no estamos ni inventando ni exagerando). La primera hipótesis, es que llevado por sus ínfulas de hombre provindencial vendepatrias-salvaperiódicos (perdón, queríamos decir salvapatrias-vendeperiódicos), y llevado por su galopantes  megalomanía y narcisismo, se haya llegado a creer que es el mismísimo Stephane Hessel, y haya querido lanzar un manifiesto a la juventud para que proteste. Pero, ¿A qué clase de juventud puede dirigir su soflama de pacotilla? Porque el lector natural de ese esperpento digno del mejor Valle-Inclán sería el típico joven con bermudas de marca, BMW en el garaje (En el garaje de papaíto, claro), cuenta corriente convenientemente saneada periódicamente por papaíto, naturalmente, carrera y enchufe suministrados por papaíto, por supuesto, etc. Y por supuesto votante patriótico y católico del Partido Podrido. Resultaría todo un espectáculo asombroso ver a esa pandilla de snoopys de La Coru protestando… ¿De qué podrán protestar? Tal vez, la explicación la dió la inefable Carmen Lomana cuando explicó que los que le dan lástima de verdad con las consecuencias de la crisis son los ricos, puesto que, como ella afirmó sin cortarse un pelo “Los pobres ya estaban acostumbrados, pero ahora los ricos deberán acostumbrarse…” (sic). A lo mejor, el amo y señor manipulador de “La Coz” podría dirigir su incendiaria arenga protestataria para que los pijos de La Coru protestasen pues por ejemplo de basta ya de meterse con “La trotona de Pontevedra” (Ver en Google…), o que se deje de denostar a la regia y patriótica clase pija, guardiana de las esenciales tradicionales sin las cuales ni LaCoru ni el Reino de España sería lo mismo. Tal vez se ponga a protestar por el hecho de que los de su clase, mejor dicho, su casta, estén perdiendo poder e influencia, y el pueblo acojonado por el franquismo del que habló Paul Preston empiece a despertar y a ejercer su poder. Hay que tener en cuenta, que no hay mejor manera de quitarle el poder a una persona, a un grupo, a una clase o a una nación entera, que convencerlo de que no tiene poder, error del cual sólo se puede salir ejerciéndolo y convenciéndose con la práctica de que sí que se tiene. Recordemos lo que afirmó un gay anciano que intervino en el asalto a la comisaría en los hechos de Stonewall: “Nunca pensamos que pudiésemos tener ese poder, hasta que no nos quedó más remedio que ejercerlo”. Pero sigamos con el master de la manipulación, el heróico protestón de “La Coz”; ¿Protestará porque sus manipulaciones ya no se las tragan los crédulos lectores víctimas de ella? ¿Protestará porque ya nadie hace caso de sus chorradas y de sus tonterías? ¿Protestará por snobismo? ¿Protestará por hobbie? ¿Protestará por protestar?

La pregunta del millón es: ¿E ti de qué carallo protestas? Intenté leer el libro, pero, automáticamente, al abrir la primera página, empezaron a entrarme unos fuertes retortijones, y un fuerte dolor de barriga que derivó en diarrea generalizada. Menos mal que tenía el libro a mano, y entonces, me fui al toilette, y una vez allí, pude limpiarme higiénicamente mis posaderas gracias a las páginas en las cuales están las chorradas del señorito de LaCoru al que le han entrado ganas de protestar. Me he quedado sin enterarme de qué puede protestar un manipulador informativo que se cree que por tener un periodicucho está autorizado a decir mamarrachadas ridículas y vergonzantes. Pero por lo menos, he hecho algo práctico por la humanidad: He convertido un papel tóxico en un papel higiénico; ni que fuese un alquimista medieval. Santiaguito, es que o sea te lo juro, no lo doy comprendido: ¿E ti de qué carallo protestas?… Ese sí que es un misterio y no los de Fátima que le contó la pastora al Wojtyla.

LIV Premios Fernandez Latorre

Tony O´Hara.