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Pepe Chas

Cualquier forma de colonización es un abuso. Las de los estados modernos comenzaron en el continente Americano, en primera instancia por españoles, y luego seguidos por portugueses, ingleses y franceses. No es casualidad que fuera la nueva nación española la que se adelantase al resto. Cristóbal Colón recorre todas las cortes europeas buscando financiación y asegurarse poder sobre la tierra descubierta, pero ninguna lo patrocina. En última instancia recurre a España, que acepta el reto, pero a condición de otorgarle un virreinato vitalicio no hereditario. Además España es el único país que sabe lo que es colonizar; lo ha aprendido de los árabes y lo ha puesto en práctica en la conquista de la Península Ibérica. Siglos antes, hacia oriente, los árabes ya habían llegado a la India y al sudeste asiático; en occidente, la supuesta conquista de la península no fue tal. Apenas 200.000 hombres en 8 años ocuparon todo el territorio que en realidad fue convertido a su religión, sus métodos de agricultura, sus conocimientos matemáticos, médicos, arquitectónicos, artísticos… en definitiva, a su forma de entender la vida.

Todavía se sigue contrastando la forma de colonización española con la inglesa. En favor de la primera se argumenta el respeto por el indio, al que se le bautiza con nombre cristiano por considerarlo un ser humano de pleno derecho; el color de su piel no es extraño para el español acostumbrado a convivir con árabes y judíos. Además la lucha por derrotar a incas y aztecas está hecha en alianza con otros pueblos subyugados por estos. Por el contrario, se acusa a los ingleses de exterminar al indio, al que considera salvaje e infrahumano. Esto es verdad solo hasta cierto punto.

Leyendo a Octavio Paz en su ensayo “El nuevo festín de Esopo”, descubro a Domingo Faustino Sarmiento. Si buscamos su nombre en la wikipedia, leemos: “(San Juan, Provincias Unidas del Río de la Plata, 15 de febrero de 1811-Asunción, Paraguay, 11 de septiembre de 1888) fue un político, escritor, docente, periodista, militar y estadista argentino; gobernador de la provincia de San Juan entre 1862 y 1864, presidente de la Nación Argentina entre 1868 y 1874, senador nacional por su provincia entre 1874 y 1879 y ministro del Interior en 1879. Considerado como uno de los grandes prosistas castellanos, es destacado tanto por su labor en la educación pública como en su contribución al progreso científico y cultural de su país.”

La realidad es que, este prohombre oficial de la América Latina, fue el teórico principal de una política que buscaba la matanza de los indios en Argentina, Uruguay y Chile, como consecuencia de una deliberada e irracional imitación de los procedimientos angloamericanos. Este tipo identificó al progreso con el exterminio de la población indígena y con la inmigración europea. Su lema “gobernar es poblar” despobló a esos tres países de sus habitantes originales.

La historia hay que verla en su contexto, pero, personalmente, creo que es un despropósito considerar a estos tres países como naciones. La R.A.E. no se pone de acuerdo al diferenciar los términos de país y nación. A mí no me hace falta la R.A.E. para hacerlo.

(Foto Domingo Faustino Sarmiento cortesía de biografiasyvidas.com)