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Me las prometía yo felices, ya me frotaba las manos pensando en la super-reseña que iba a hacer del concierto de Gary Moore al que fui ayer, cuando recibo un mensaje en el móvil que me comunica la muerte de Antonio Vega. Se me han quitado las ganas de todo, de un plumazo.
Mi vida ha estado siempre unida a la de este genio porque mi marido es su fannúmero dos, y he escuchado en primicia casi todos los discos de Nacha Pop el mismo día que salían al mercado, así que he asistido en vivo y en directo a su deterioro físico y psicológico, a medida que la mierda de la droga iba mordiéndole. Sólo lo he visto en directo dos veces en mi vida, y las dos el año pasado, una en enero y otra en noviembre. La última casi no podía cantar y daba absoluta pena, parecía un anciano sin casa, pero el talento seguía ahí.
Tampoco he sido siempre admiradora suya, en innumerables ocasiones lo he calificado de flojo y moñas, de hecho los temas suyos que más me gustan son los rocanroleros, le he visto tocar blues y jazz en directo y lo hacía francamente bien, con sus colegas de Yuri Gagarin Trío que, supongo, estarán desolados en este momento. Pero sí he admirado desde el principio su capacidad poética, su delicadeza para transmitir sentimientos; era un gran poeta y como tal lo admiraba.
Descansa en paz, Antonio. Por fin ha acabado el sufrimiento. Se ha dejado llevar por ti
AnaVázquez Villareal.
anavazquez3nov13