‘Sabía exactamente dónde iban a llegar porque mandaron su ubicación por WhatsApp. Bajé por la colina sentado, hacia donde las olas traían el barco de mi hermano. Era un sitio muy difícil para desembarcar: tenía las manos llenas de espinas y sangre. La única persona a la que reconocí fue a Safi, aunque no nos habíamos visto en 18 años. Mi cuñada, Nina, lloraba. Creía que había perdido a su bebé porque la gente, aterrada, le había pisado el vientre en el barco. Mis compañeros médicos la revisaron y oyeron un latido. Recogí a muchos niños, incluida mi sobrina de tres años, Sirin; no supe que era ella hasta después‘.
Este es el testimonio de Ghias Aljundi, que huyó a Reino Unido desde Siria hace 18 años y lo que no sabía, cuando decidió ir a ayudar a Lesbos, es que rescataría a su propia familia.
La familia de Ghias continuó viaje hasta Alemania y ahora todos tienen la residencia allí. Pero no todas las personas refugiadas tienen el mismo recibimiento. Lo más duro de ser refugiada es cuando la gente hace que te sientas indeseada. Cuando se les da la bienvenida, sienten esperanza; necesitan eso más que cualquier otra cosa. Necesitan sentirse integradas. Eso les devuelve su humanidad y su dignidad.
No podemos soportar ni tolerar los atropellos que están sufriendo las personas refugiadas, y pensamos que España puede y debe acoger. Por eso es tan importante que te unas a nuestro manifiesto #YoAcojo y que hagas un donativo que nos permita seguir contándote la situación de las personas refugiadas desde el terreno, seguir investigando y seguir presionando a quienes realmente pueden hacer que la situación de las personas refugiadas cambie.
En la foto de portada: Ghias Aljundi ayudando a traer el bote en el que viajaba su familia. Lleva en brazos a su sobrina de 3 años © Particular
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Esta es la historia del voluntario en Lesbos Ghias Aljundi, que no sabía que rescataría a su propia familia.
Pasan los meses y la situación de las personas refugiadas sigue avergonzando a Europa. En el último año, cientos de miles de personas se embarcaron en peligrosos viajes en búsqueda de un hogar seguro en Europa. De ellas, a casi 4.000, muchas de ellas niños y niñas, se las tragó el mar. ¡El equivalente a 3 Titanics! Y todo ello ante la indiferencia de la mayoría.
Por eso te pido que firmes el manifiesto #YoAcojo. Tenemos que demostrar que somos muchas las personas que no permanecemos indiferentes, que somos más las personas que damos la bienvenida a las personas refugiadas, que somos más las personas que no miramos a otro lado. Y también te pido que hagas un donativo que nos permita seguir contándote la situación de las personas refugiadas desde el terreno, que nos permita seguir investigando y seguir presionando a quienes realmente pueden hacer que la situación de las personas refugiadas cambie